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martes, 23 de abril de 2019

CAMBIOS FISIOLÓGICOS

Empezaremos hablando desde el punto de vista fisiológico. Hablamos de cambios físicos que el niño va a experimentar y para los que debemos ya haberles informado, para que no les coja desprevenidos. Cuando hablamos de la adolescencia desde el punto de vista exclusivamente físico, hablamos de pubertad. Se puede dividir en dos estadios:
  • Prepubertad: comienza con la aparición de los caracteres sexuales secundarios, como vello pubiano y en axilas, aumento de las mamas, etc.…
  • Pubertad propiamente dicha, que comienza en el chico con el cambio de voz y  la primera eyaculación, y en la chica con la primera regla o menarquia.
Los límites de edad entre los que nos manejamos, varían mucho, la media de aparición de la pubertad es de 13 años para la chica, y 14 para el chico. Como ven, en esto, como en la aparición del lenguaje, ganamos nuevamente las mujeres. Estos límites varían mucho y pueden considerarse como límites extremos de los10 a los 15 años la aparición de la menarquia en la chica, y entre los 11 y 17 para los chicos.
También aquí existen diferencias entre ambos sexos, a favor nuestro. En las chicas el proceso de madurez se completa mucho antes. Por eso ustedes notan esa increíble diferencia entre un chico y una chica de 15 años. Mientras que la primera ya nos está volviendo locos, el segundo es aún nuestro niño, sin problemas, como siempre.
Pero ¿cuánto dura la pubertad? La mala noticia es que este proceso dura hasta cinco años en algunos casos, y que, en la sociedad actual, el período de adolescencia y juventud, desde el punto de vista social, por las dificultades de trabajo y emancipación, se alarga de forma anormal hasta casi los 30 años, con la frustración que eso conlleva.
CAMBIOS PSICOLÓGICOS
Además de estos cambios fisiológicos, que son conocidos y aceptados por la mayoría de los padres por poca que sea su información, se producen otros cambios psicológicos, que son considerados como normales, pero que cogen desprevenidos a muchos padres, que consultan a profesionales porque su hijo no es el mismo de hace un año, y tienen miedo de que le suceda algo malo.
Los cambios son lo suficientemente importantes como para que los reconozcamos sin problemas:
  • Crisis de oposición, en cuanto a la necesidad que tienen de autoafirmarse, de formar un yo diferente al de sus padres, a los que han estado estrechamente unidos hasta ahora, con necesidad de autonomía, de independencia intelectual y emocional. Por eso nuestro niño, deja de ser nuestro, para ser de los demás, especialmente de los amigos.
  • Desarreglo emotivo: a veces con la sensibilidad a flor de piel y otras en las que parece carecer de sentimientos. Es por eso que un día nuestra hija nos sorprende con un abrazo y otro día rechaza cualquier muestra de cariño. Un día sin motivo aparente se despierta dando gruñidos, simplemente porque sus hormonas posiblemente le estén jugando una mala pasada.
  • Imaginación desbordada: Sueñan, y esto no es más que un mecanismo de defensa ante un mundo para el que no están preparados. Es un medio de transformar la realidad, pueden imaginar un porvenir como modelos, o futbolistas de élite, o campeones de surf, actores, etc.…Ellos pueden cambiar el mundo, hacerlo mejor.
  • Narcisismo: Se reconoce al adolescente cuando comienza a serlo simplemente por las horas que le dedica al espejo. Le concede una importancia extrema a su físico: puede lamentarse por un grano en la nariz, obsesionarse por la ropa, por estar gordos o delgados… quieren estar constantemente perfectos aunque su visión de la estética no tenga nada que ver con la nuestra.
  • Crisis de originalidad:  que presenta dos aspectos:
a)  Individual: como afirmación del yo, con gusto por la soledad, el secreto, las excentricidades en el vestir, o en su forma de hablar o de pensar. Necesita ser distinto y especial.
b)  Social: aquí está la rebelión juvenil, rebelión en cuanto a los sistemas de valores de los adultos y las ideas recibidas. Achacan al adulto, sobre todo, su falta de comprensión y el hecho de que atenta contra su independencia. Hay una necesidad clara de participación, la uniformidad en lenguaje y en vestimenta de los adolescentes, no es más que la necesidad de afecto, de ser considerado, aprobado por el propio grupo y, a veces, lo viven de una forma obsesiva.
Veamos ahora qué sentimientos reales acompañan a estas manifestaciones, y que son consecuencia directa de la crisis que está atravesando:
  • Sentimiento de inseguridad: sufre a causa de sus propios cambios físicos, que no siempre van parejos con su crecimiento emocional, puesto que la pubertad, es decir, la madurez física, siempre precede a la psíquica, con lo que a veces se encuentran con un cuerpo de adulto, que no corresponde a su mente y, por lo tanto, no se reconocen y desarrollan una fuerte falta de confianza en si mismos.
  • Sentimientos de angustia: puesto que existe una frustración continua. Por una parte, le pedimos que actúe como un adulto (en sociedad, responsabilidad) y, por otra, se le trata como un niño, se le prohíbe vestir de una u otra forma, o se reglamentan sus salidas nocturnas, etc.…
Esta angustia es la manifestación de la tensión que el chico soporta y que se manifiesta por:
a)     Agresividad: como respuesta a dicha frustración, la agresividad es un mecanismo habitual. La cólera del adolescente ante nuestra negativa a sus exigencias, la irritabilidad, las malas contestaciones, los portazos, las reacciones desmedidas en las peleas con los hermanos, etc, son claros ejemplos.
b)     Miedo al ridículo: que, como sabemos, se encuentra exageradamente presente. Es un sentimiento social de vergüenza, atravesar un sitio con mucha gente, ir con ropa poco apropiada para el grupo,…y que puede tener manifestaciones físicas: taquicardia, trastornos gastrointestinales, etc.…
c)      Angustia expresada de modo indirecto: el miedo al examen (quedarse en blanco), timidez extrema, miedo a desagradar, reacción de rechazo cuando se le dan muestras de cariño, tanto en público como en privado…
d)     Sentimientos de depresión: por la necesidad de estar solo, de melancolía y tristeza, que pueden alternar con estados de verdadera euforia.
Bien, estas características entran dentro de la normalidad de un chico o una chica adolescente pero, por supuesto, dentro de unos límites. La angustia, la depresión, la irritabilidad, el ir contra las normas,… puede volverse patológico cuando es exagerado, cuando vemos que el adolescente está sufriendo mucho y/o hace sufrir a los demás, cuando vemos que se altera toda su vida y que esos sentimientos le condicionan absolutamente, que de alguna forma le alejan en exceso de la realidad.
PSICOPATOLOGÍA DEL ADOLESCENTE
Estaríamos hablando de crisis complicadas, de patologías que, por su extensión, paso simplemente a enumerar y a realizar una pequeña descripción:
  • Patología de las conductas centradas en el cuerpo. Estaríamos hablando, en casos extremos, de anorexia y bulimia, alteraciones de las conductas alimentarias, obesidad etc… En otros casos más leves, conductas fóbicas con respecto a una parte del cuerpo, preocupación obsesiva sobre la silueta, sobre los caracteres sexuales, tamaño del pene, de los pechos, el acné, etc.
  • Inhibición intelectual: es decir, freno de sus capacidades intelectuales. Puede considerarse normal un bajón en las notas a partir de 2º de ESO y durante todo el Bachillerato. Siempre que sea algo momentáneo, no excesivamente preocupante, es considerado como normal, y los psicólogos lo hemos llamado “inflexión escolar”, que es superada sin problemas por el adolescente a medida que se va equilibrando. Sin embargo, existen casos en los que el cambio es brutal, el fracaso total, y existe un cambio radical en su rendimiento. En estos casos suele haber unas causas más profundas y que pueden indicar desde una depresión hasta un estado de ansiedad o angustia extremo.
  • Trastornos de ansiedad: estados de ansiedad, fobias escolares o sociales, ataques de pánico, que, a veces, y dado que la sintomatología es muy diferente, no se reconocen a primera vista.
  • Y, por supuesto, la famosa depresión. Las características diagnósticas son las siguientes:
–       Tristeza y desaliento. Llanto frecuente.
–       Aburrimiento. Apatía ante todo, ante el estudio y ante las cosas que antes le gustaban.
–       Cansancio. Sensación constante de fatiga psíquica y física.
–       Trastornos del sueño y del apetito. Pueden adelgazar o, por el contrario, comer continuamente, aunque en depresión es más frecuente lo primero.
–       Sentimientos de inferioridad. Baja autoestima, se sienten menos que los demás, creen que todos se dan cuenta de sus problemas y limitaciones.
–       Dificultad para mantener relaciones sociales. Empiezan a salir poco, hasta que se quedan todo el fin de semana en casa, habitualmente sin hacer nada.
En los adolescentes esta depresión puede no manifestarse como en un adulto, sino con equivalentes que enmascaran dicho trastorno.

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