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domingo, 21 de abril de 2019

ACUERDO PARCIAL Y DISCO RAYADO
¿En qué consiste?
  • En escuchar y aceptar los deseos y sentimientos del otro, sin tener por ello que estar completamente de acuerdo con lo que dice.
¿Cuándo ponerlo en práctica?
  • Cuando se trata de responder a réplicas y objeciones a nuestras órdenes, opiniones o intentos de establecer acuerdos en determinados conflictos o problemas. Al responder al “¿por qué no?”.
¿Cómo se pone en práctica?
  • El acuerdo parcial: “Entiendo que te sientas así…”, “es posible…”, “no dudo que tengas razones para ello…”, “es verdad lo que dices…”.
  • La reafirmación de nuestra opinión, que se repetiría una y otra vez si hiciese falta: “pero a pesar de ello…”.
Ejemplo:
Madre: Cuando no recoges la mesa, tal y como me habías prometido, me desagrada, porque se incumplen los acuerdos y se altera la convivencia que estamos tratando de conseguir. Te pido, por favor, que cumplas con lo acordado este mes. (Petición mediante un mensaje yo)
Hija: Es que es un rollo. (Réplica, que la madre escucha)
Madre: Es posible que sea una pesadez (acuerdo parcial), pero te pido que cumplas lo acordado (disco rayado).
Conociendo estos cierraostras y abreostras, podemos conseguir un estilo de comunicación más eficaz y beneficioso para la relación familiar, es decir, aprender a hablar para hacerse comprender y aprender a escuchar para comprender al otro. Así conseguiremos mantener siempre abiertas las vías de comunicación con nuestros hijos adolescentes. Muchas veces, más de las que se cree, el único secreto para mejorar la relación con su hijo adolescente sería fomentando una buena comunicación.
CARACTERÍSTICAS DE LA COMUNICACIÓN CON LOS ADOLESCENTES
A la hora de comunicarse con el hijo adolescente, siempre tener en cuenta…
  • No tome la forma de ser del adolescente como algo personal: muchas veces la actitud de los adolescentes puede ser desafiante o desconsiderada con los demás. En general, no tienen las habilidades sociales suficientemente desarrolladas para tratar con los demás de una forma adecuada, ni de su edad, ni mucho menos con personas mayores, y, en muchas ocasiones, su comportamiento puede ser hiriente.
  • Muchas veces tendremos que recurrir a nuestro AUTOCONTROL, tanto de nuestras reacciones físicas como de nuestros pensamientos y palabras. Si empieza a gritar, la capacidad receptiva de su adolescente bajará a cero.
  • Cuando le escuche, póngase a la altura de la visión del mundo que tiene el adolescente, no necesariamente de la verdad exacta de lo que ocurrió.
  • No podemos trasladar nuestras reglas y soluciones de adultos a los problemas de un adolescente. Debemos respetar su manera de hacer las cosas, en la medida de lo posible. Debemos dejar que aprendan de sus errores: que se equivoquen en sus decisiones, sufran obsesiones pasajeras, fracasos con las amistades o los amores…
  • Lo que funciona bien para que un hijo le cuente sus cosas, no siempre funciona con otro. Por ejemplo, su hija es muy abierta y habladora, pero su hijo es muy callado y reservado. Pero sabiendo que su hijo disfruta con la música o que le gusta mucho leer, se le puede acompañar con frecuencia a comprar discos o libros y aprovechar la ocasión para hablar, en un lugar cómodo para él, en el que interesarse por sus gustos, fomentando, de esta forma, que el hijo se abra a la comunicación son sus padres.
  • Cuando su adolescente comparta con usted alguna de sus preocupaciones, agradézcaselo, hágale saber que aprecia su esfuerzo: “gracias por contarme esto”, “sé que te habrá sido difícil hablar de esto”, “me alegra que hables conmigo cuando estás preocupado”.
  • No se trata de “programar charlas”, ellos no se comunicarán cuando usted se lo pida, sino más bien cuando ellos quieran. Se trata de estar disponible.
RECETAS PARA EDUCAR A UN ADOLESCENTE
Los tres ingredientes principales y básicos son empatía, sentido común y, sobre todo, mucho amor: ponerse siempre en el lugar de su hijo, llegar a sentir como siente él (empatía), tratar de ser lógico, no dejarse llevar por el dramatismo, ni por los demás, ser consecuente (sentido común), y, sobre todo, quererle, pero quererle sin condiciones (amor, puro y duro, el más difícil pero el mejor, el amor a los hijos).
Otros ingredientes:
Toneladas de:
  • Información: Informe a su adolescente y manténgase informado. La adolescencia es, a menudo, una época para experimentar y, a veces, esto incluye comportamientos arriesgados. No eluda los temas relacionados con el sexo, las drogas, el alcohol y el tabaco; conversar con su hijo abiertamente sobre estos temas antes de que se vea expuesto a ellos aumenta las probabilidades de que su hijo actúe de forma responsable cuando llegue el momento.
Kilos de:
  • Respeto a su privacidad: Para algunos padres esto es algo muy difícil. Creen que todo lo que hacen sus hijos es asunto suyo. Pero cuando se trata de formar a un futuro adulto, tener algo de privacidad se convierte en un derecho de ese futuro adulto. Si existen señales de alerta que indican que puede haber problemas, usted se podría ver obligado a invadir la privacidad de su hijo hasta que llegue al fondo del problema, pero, de lo contrario, manténgase al margen.
Respete su espacio. El dormitorio de un adolescente y sus llamadas telefónicas, mensajes, e-mails,…deben ser algo privado y no hay necesidad de que compartan con sus padres todas sus ideas o actividades.
  • Supervisión pero sin tercer grado: Todos los niños, adolescentes o no, requieren supervisión de los padres y usted tiene derecho a saber dónde estará su hijo y qué hace. Pero no espere que le dé todos los detalles ni que lo invite a ir con él/ella. Establezca la costumbre de que explique con quién sale y dónde podríamos buscarle en caso de necesidad, que siempre lleve el móvil con la batería cargada y lo conteste siempre,…
Mucha cantidad de…
  • Escucha activa: Escuchar con atención lo que quieren explicarnos o preguntar. Cuando hable con él, concéntrese en lo que dice. Y, sobre todo, nunca diga “ahora no tengo tiempo”. Hablar también de lo que les interesa a ellos. Dar tiempo para abordar temas que nos interesan a nosotros.
Una pizca de…
  • Establecer de antemano reglas apropiadas: Sepa ceder y ser flexible. Si su hora de llegada no es la que el quiere, trate de negociar. Si se porta bien, el aumentar la hora de llegada puede ser un premio. Tenemos que fijar normas y límites, pero a través del diálogo, para que nuestros hijos acepten y asuman compromisos.
Tenga también previstas las sanciones. Hay que prever sancionespara el caso de que rompa alguno de los compromisos o normas establecidas. Es inteligente tenerlas preparadas para que no sean fruto de la improvisación ni desproporcionadas.
  • Crítica + elogios: En primer lugar, la crítica y la corrección deben combinarse con el uso frecuente de elogios. Es decir, debe ser capaz de ver también lo que su hijo hace bien y decírselo. Por muy desastre que le parezca su hijo, seguro que tiene también valores positivos que debe esforzarse en reconocer. Además, es necesario corregir con mucho cariño. Por tanto, la crítica debe ser  serena y ponderada, sin precipitaciones y sin apasionamiento. Cuidadosa, sin ironía, sin sarcasmo, como se corrige a un amigo.
Otro poco de…
  • Tomarlos en serio, no tratarlos como seres inferiores que explican cosas de las que estamos de vuelta.
  • No sermonear… No aprovechar  cualquier  ocasión para soltarles “el mismo rollo”.
  • No hacer comparaciones. Es importante evitar, tanto cuando les hagamos propuestas como cuando los censuremos, ponernos a nosotros mismos como modelos (“a tu edad yo…”) o poner como ejemplo a otras personas (“mira tu hermano como…”, “deberías aprender de tu primo”). Es injusto, ofensivo y un camino seguro para conseguir su animadversión. En todo caso compárelo con él mismo (“seguro que lo conseguirás, como cuando hiciste…”).
No se olvide de:
  • Libertad según responsabilidad: A mayor responsabilidad, mayor autonomía, y ante faltas de responsabilidad, restricciones de autonomía. Si le engaña o falta a sus compromisos, no le grite ni le riña. Explíquele con toda la calma de que sea capaz, que ha faltado a nuestra confianza, por lo cual tendrá menos autonomía hasta que demuestre que es digno de confianza.
La libertad y autonomía respecto al uso del tiempo libre, al uso del dinero, al horario de llegada a casa, o a la gestión de sus estudios hay que otorgarla en función de la responsabilidad demostrada. A mayor responsabilidad, mayor autonomía, y ante faltas de responsabilidad, restricciones de autonomía.
  • Explique siempre por qué. Siempre que pida a su hijo que haga algo, explique por qué se lo pide. No use expresiones como “porque lo digo yo“, “porque soy tu madre” o “porque sí“.
  • No dude siempre. Deje que se explique. Dar crédito a lo que dice salvo cuando tenga evidencia de lo contrario.

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